Cuando caigo profundo en la hora, ya no quiero que llegue otra, tengo muchas cadenas bajo la manga, pero ninguna pudo jamás detener la luz del sol, y esos viejos hábitos prohibidos, tan sumergidos. Despedirme del aliento, en el vació de la noche, y que los segundos se vuelvan vicios.
Extrema sensibilidad la tuya, Truesdale.
ResponderEliminarAbrazo grande.