Pero hay batallas en nuestra vida, me fui a las manos contra lo desconocido, vos sabés, son desafios perpetuos, llegué a casa y quise llorar.
Era otra espina, otra mandíbula apretando mi cabeza, la costumbre, cómo caminar en la niebla. No. Cómo estar y después no estar, más.
Tienen miedo, pero tienen a las estrellas enlazadas y a la sabiduría olvidada, perdí todo, lo sentía, en mi cabeza se trazaron planes, no podía detenerme. Después del miedo, la semilla de la furia crece trepidante, estoy mal, soy mi único amigo, el último amante, y el látigo del recuerdo, lo sentía, en mi cabeza ningún plan funcionó, mis pasos entre la realidad y las incógnitas, ayer reí con emoción y eso fue suficiente, solo quiero entender, encontrarme con las ideas y ver cómo, y quién. Trato de no sumergirme en ese espacio, dónde mis ojos me observan cuál presa indefensa, soy mi peor enemigo desde el principio hasta el precipicio, en mis manos quedó la marca, me voy a quemar otra vez.
No tengas miedo, son tiempos extraños, no seas valiente, estamos bailando en el barro.
Cuando más hondo te escribís más cerca estás de salir...
ResponderEliminarAbrazo, amigo Truesdale.
Me dejas una reflexión Carlos, abrazos.
EliminarLas batallas no acaban nunca.
ResponderEliminarY uno se cansa...