Me vestí de gala, el oro se marchitaba, se ahogaba el brillo de mi mirada, se apagaba de a poco, comenzó a escurrirse por las grietas de la mascara. Acarreaba ornamentos, lapidas, fechas desorganizadas, mementos, caos y paciencia, gallardía, una ofrenda, en mi piel, parches perpetuos.
Todo se fue ultimando, mientras rezaba, el vacío me abarcaba.
Prosa que vacía el vacío, amigo.
ResponderEliminarAbrazo hasta vos.
Me encanto la respuesta Carlos. Abrazo grande mi amigo.
Eliminar