La calle se torna invisible, arboles amarillos decoran el viejo barrio nuevo, no hay esquinas que marquen un final, solo hojas rojas que caen, ojos de otoño y labios secos, todos bailan sin ganas en la calle, ya no veo la pregunta que me trajo hasta acá, solo quedan huellas crocantes.
Escuchando nuestros pasos se termina encontrando el camino.
ResponderEliminarSaludos!
"Ya no veo la pregunta que me trajo hasta acá..." Poesía pura, Truesdale. El día (o la noche, quién sabe) que escriba un verso tan inmejorable como éste me retiro.
ResponderEliminarAbrazo maravillado, amigo.
No sabría qué frase, qué verso destacar. Uno a uno, todos increíbles, me fueron llevando en ese paseo al que nos invita cada paseo. ¡Qué maravilla es olvidar la pregunta si nos lleva a un viaje como éste!
ResponderEliminarEres pura poesía, Truesdale. Me alegra mucho volver a leerte.
Un abrazo