Soñé un adagio impecable, sospecho que no despertare, mis ojos ya no te verán, solo serán tiempo, no volvería a reconocerte, no volveríamos a saber quienes somos, no mordería la carne, que mientras más cruda, más irresistible su disfraz se hace.
Desprenderemos esas pieles, viejas, ya fueron un peso digno, que se despatarren, que se vuelquen, caerán convertidas en piezas, hasta parecen nuevas. No será la primera vez que me despida de esta carga, ni la ultima vez que la extrañe.
Enterradas en lo que queda del ser, se perdieron por ahí, es verdad que incluso, en algún momento, solo querían escapar, fueron el ahogo, fueron un cruce de caminos, solo quedan las huellas de su aliento. Soñé con un océano de suspiros, sospecho que, será un adagio cartografiar su inmensidad.
Impecable es esta prosa. Inspira inmensidad...
ResponderEliminarAbrazo hasta allá.
Tus abrazos siempre serán recibidos con mucho cariño y orgullo, mi amigo... esta prosa juega a ser impecable, como el arte que surge de vos, que me da inspiración de sobra!
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