Hoy se pone su mejor traje aquella cama tan chica, tan quebrada, no importa donde despierte mi cuerpo, siento su calor inocente en la oscuridad, en los minutos negros antes de despertar, tus manos abriendo las cortinas, preguntaban por mi.
Hoy se viste de seda la sabana, baila con el viento de la noche, se viste de visión, de alguna pasión, volver a vernos en sueños, después de tantos años. No dejaba de reír, cada minuto es un triunfo.
(Vivir, respirar hondo.)
Reconozco escondido en mi instinto, un momento ya vivido, veo la moneda ya en el aire.
¿Cae a mi favor?
¿Quizá?
¿Tengo que rebajarme a un ojala?
Más que su caída elegante... me cautiva su mística, el azar y... por supuesto... su puñal, una melancolía demasiado dura.
(Respiro, me concentro.)
Su silencio final muerde mi espalda, mi sangre salpica, ya morí en esta calle alguna vez, el enfoque se viste de apuesta, una capa de oro, la casa, siempre contenta, la plata, siempre nuestra.
Aquel aliento... de punto y coma se pinto... llego y se quedo parado mirando a lo lejos, buscando la bota del Diablo.
El aliento, el que siempre será mío. Capa tras capa, expandió su intención y cielo se volvió, acarrea nubes que ahogan si las miras... ahogan las marcas cuando podes abrazar su dolor, y con cicatrices me hice un traje de gala, me sobra esa ambigüedad, esa empatía.
¿Pero a nosotros nos falta?
Sueña de vuelta, pero esta vez todo sale bien, abre los ojos antes de que todo termine, el, ahora, es el, sus gritos se filtran sobre el espejismo de la libertad.
Yo siento que mi lenguaje es mío, y no lo comieron los escombros de la Torre de Babel, y cuando todo parece terminar, nace de nuevo, eufórico.
Wow. Adelante nomás...
ResponderEliminarCarlos, ando de nuevo por acá, que lindo saber que andas a la vuelta, abrazos.
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