No lo escondas más, no lo enredes en la funda, gris y hermoso, ese revolver, sácalo a relucir, hasta que la muerte venga una noche, a bailar con nuestra cabeza.
Mi cuerpo arde cruzando pasajes de insomnios interminables, y tiene sus razones, me trate mal por mucho tiempo, un paisaje de resentimientos surge de mis huesos, otra madrugada encontrándome en viejas notas casi olvidadas y mientras todo arde, lo veo claro.
Esas madrugadas en las que ver arder papeles, notas y poemas dedicados a quienes ya no están allí. Si el fuego pudiera borrar el pasado tan rápido y fácil como lo hace con las palabras, pero no, no lo hace.
ResponderEliminarLo sé, ya lo intenté y salió mal, muy mal.
Saludos,
J.