Volvía apurado, me dolía la panza, me dolía la nada, de salir y no hallar una voz que me guiara, no se quien estaba peor, pero tenia hojillas y te las di, le pediste a tu dios que me diera una bendición, mientras nuestras caras se perdían en la madrugada.
conciso y exquisito
ResponderEliminarQué siempre viva el poeta.
ResponderEliminarEnhorabuena
Tu corrosiva prosa, más nítida y certera cada vez...
ResponderEliminar:) me dolía la nada.
ResponderEliminarBesos.