El perro me hablaba, el aire afilado me hablaba, el ruido del mundo me hablaba, las palabras se posaron en mi oreja, me hablaban. En la esquina las paredes callaban, en la esquina plana llena de calma, arañan el mármol, ocho patas y ceda blanca, arañas durmiendo en la cama, callan.
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