El cuadro era perfecto, todo encajaba, desde el principio hasta el final, desde la mitad hasta el más allá, como si el placer jugara a ser vendaval, y todo brillaba en su centro, calentando el caldero, lastimándome para rescatar un lienzo pintado con todos mis últimos alientos.
Respiración de maestro, que fluya lo sagrado, déjalo al ser, que sea una dulce adivinanza, una brisa de osadía sobre los humedales para despertar a las aguas que se quedaron atormentadas, moverlo todo y que lo más doloroso sea una idea brillante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario