La llovizna, el apuro del que busca un final. Explorando me fui lejos y volví pero nadie se acordó de mi nombre, perdí tanto por el camino mientras fluía sobre el arroyo más hondo del campo, como una carta tramposa sobre la mesa, la carta guardada... yo lo gane todo en una maldita apuesta, caos de media noche, no puedo sentarme, tengo que leerte una y otra vez y emocionarme... mi plato favorito.
Perdí mis bigotes y escamas, me salieron alas, esculpía fuego con mi aliento, pero me sentí tranquilo, respire, ya no estaba triste, me concentre, ya no tenia miedo, así que devolví, mis cuernos de dragón, mis palabras volcánicas, era mi propia razón, lo olvide, me libere, aunque sea más osadía que calma aferrarse a las llamas.
Acordate, Santiago: tu poesía inspira. Leé esta prosa si no...
ResponderEliminarAbrazo hasta vos.
Es más energía que letra, gracias Carlos, abrazo!
EliminarCierto. Está viva...
EliminarLas apuestas cuán peligrosas son, no se pueden rechazar cuando se ganan. Un abrazo
ResponderEliminarY también aceptar la derrota.
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