Tu rostro lo decía todo, hablabas por miles, todo un espectáculo y yo, buscando lo inesperado, en ningún lado, mire en el espejo y tampoco estaba allí, solo mi boca moviéndose y las palabras en mi cabeza a mil kilómetros por hora, todavía no se en que carretera corrían pero no aflojaban en ninguna curva, estaban tan solidas en ese lugar que, mi boca ya ni se movía, y mis ojos conectaban con lo que fue y pudo, o quizás nunca, o tal vez todo.
Soy un pez, estoy rodeado de sensación, miro el cosmos cristalino esperando el anzuelo, un rodeo para el recuerdo, noches frías.
...esperando el anzuelo. Me impresionó esta imagen, porque me la creo, pese a lo letal que es.
ResponderEliminarSentí el desdoblamiento. Ese salirnos de nosotros (o entrar, quizás) para observarnos y no lograr reconocernos. O encontrarnos, que es parecido ¿no?
Tus textos tienen para mí una mezcla (tal vez sea lo mismo) de surrealismo, lucidez y misterio que me atrapan. Me pierdo en ellos.
Un abrazo
El poeta es siempre consciente del desfasaje de todo. Otros lo llaman desarmonía. Pero desfasaje es más nítido. Porque hay desfasajes armónicos. Como éste que escribiste.
ResponderEliminarAbrazo, amigo!!
No sale mi comentario, no se debió añadir bien.
ResponderEliminarLo peces no tienen memoria, tú sí.
Besos