20/04/2019

Crisis elástica

Desde la montaña, ojos que no esperan la noche, entre semáforos el derrumbe, mi templo cae suavemente, sucedió, antes de la medianoche, voy a invitar a todos los tsunamis mentales que azotan mi calma, y que ahora intento domar, me decís, sin voz, con una mirada blanca y partida, que todo es más simple de lo que parece, viejo amor.

¿Quién me salva de las horas oscuras?

Si las visto como un traje de obsidiana, el más hermoso bajo el sol que nace y muere, como un espejo delincuente bajo las estrellas.

¿Quién apaga la maquina de gas?

Si mis dedos se pudren entre colores cálidos, y mi garganta arde cuando no puedo hablar.

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