La verdad detrás del telón lloraba al escuchar los aplausos y vibras artificialmente flamantes, y nadie se asusto cuando de rodillas se rio de toda esta mentira, se quito todo su ropaje, la vanidad, la arrogancia, el miedo, la furia, y salió desnuda, yo la vi, a la verdad, desnuda llorando, todos la querían pero nadie le dio un refugio cuando quedo sola sobre el escenario.
¿Qué donde estaba yo?
En las gradas, vestía de mi mismo, odio ese atuendo, pero tenia que verla con mis propios ojos, llore con ella y me fui del teatro, hice todo sin pensarlo y luego... ¿Qué paso?
Me sentí lleno y maldito, ya no necesitaba hablarle a nadie, no tenia que ser lo que el viento se llevo y el agua dejo, era yo, y todos nosotros a mi lado, éramos un abanico, me reí mientras te decía que casi me morí en una noche de caos y temblores, pero sigo acá. ¿No te parece algo concreto?
Empoderado y cauto, en mi esquina, escribí y pensé, y ya no tenia nada que plasmar en hojas ni nada que escupir cuando el silencio nos inundaba, solo yo, conmigo.
Yo disfrute cada momento, estaba solo, desde el inicio, disfrute cada momento, no lo entendiste, te fuiste, te deseo lo mejor.
La próxima lo quiero entender todo pero con vos.
Cuando entendí la mayoría de las cosas ya era tarde.
ResponderEliminarLa experiencia llega demasiado tarde.
EliminarGenial el comentario de Toro Salvaje parafraseando a Monterroso, y estupendo tu texto.
ResponderEliminarGracias Ester!
EliminarCreo que debe ser la reacción más natural ante tan hipocresía, verdad?
ResponderEliminarGran prosa, Santiago.
Perdona mi demora en venir a leerte. Me di la vacuna tercera dosis de recuerzo ayer sábado, de modo que no tengo idea si es una reacción por la misma o si tengo el bicho del Covid: sólo quiero dormir. No me duele nada ni tengo fiebre pero necesito dormir... Sólo eso, amigo.
Abrazo hasta vos. (me encantó tu último comentario en mi blog)
Carlos, no me pidas perdón, veni cuando quieras. Esta brava la cosa si, abrazo fuerte para vos y mi cariño como siempre!
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